¿Pesadilla?

Los dos psicologos cruzaron la puesrta que separaba el pasillo del despacho, cuando entraron, la profesora del Carlos hizo un movimiento brusco, seguramente por el sobresalto de que entrara alguien tan repentinamente.

El despacho era digno de un mulimillonario, Las paredes eran de madera oscura, así como el resto del moviliario. En el centro había una mesita de té de caoba, rodeada de 3 sofás, el del centro de 3 plazas y los de los lados de dos plazas.

Carlos estaba sentado en el medio del sofá grande, y a su derecha se hallaba la profesora, que sonreía a los psicologos, como si le diese igual que estuviesen allí.

-Hola Carlos.- le dijo el psicologo al niño de 10 años.

-Hola, ¿quiénes sois? ¿Qué queréis?- preguntó el niño.

Carlos, había sido malcriado, nunca había pisado una escuela, siempre habían ido profesoras de cuestionada reputación a dar clase al joven.

-Venimos a hablar contigo, pero si quieres nos vamos, no queremos interrumpirte en clase.- contestó la psicologa.

-¡Vállanse! No estoy loco, mi profesora es la única que me puede ayudar.- replicó el muchacho.

-Carlos, tenemos que ayudarte, tener a una chica como "profesora" que hace realidad todas tus fantasías no puede ayudarte...- dijo el psicologo.

El chico se quedó mirando al infinito, al poco miró a los ojos al psicologo y le dijo con naturalidad.

-Mi padre enterró la semana pasada en el bosque a la otra profesora...- Se volvió a quedar mirando al infinito, metió la mano debajo del reposabrazos de la izquierda y sacó un revolver. Sin tan siquiera mirarla, el niño apuntó a la prostituta a la cabeza, y sin pensarlo pretó el gatillo.

Se oyó un disparo, el chico ni siquiera parpadeó. La prostituta calló al suelo dejando tras de sí un río de sangre que iba del sofá al suelo donde ella había caido.



Esto es lo que he soñado hoy antes de despertarme. Buenos días.